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miércoles, 7 de diciembre de 2016

Por un revival del vino blanco

Foto: Getty Images
Es un hecho: hasta la década del 90 el argentino promedio consumía mucho vino blanco. ¿Cómo? ¿No lo crees? Sin embargo es así. Según las estadísticas del Instituto Nacional de Vitivinicultura, en el año 1996 el despacho de vinos blancos al mercado representaba un 60 % del total, mientras los vinos de color (rosados y tintos) se llevaban el 40% restante. 

En Argentina, el mayor productor de vino de Latino-américa y el quinto del mundo, en apenas 20 años la industria atravesó una revolución en la cual el principal damnificado fue el vino blanco.


Quienes peinan canas saben que en la segunda mitad del siglo XX las clases bajas y medias del país consumían en gran volumen vinos comunes, rosados y blancos, suaves al paladar y en general de alta graduación alcohólica. Pero en la necesidad de responder a esa enorme demanda se olvidó cuidar las condiciones de elaboración. Justo en el momento que por la competencia de otras bebidas -alcohólicas o no, como la cerveza y las gaseosas- hubiera sido necesario ofrecer algo más, un plus de calidad.

A fines de los 90, llevado de la mano de la estrella del Malbec, se inició una revalorización de la calidad en los vinos tintos, pero lamentable e incomprensiblemente –cuando el mercado aun los consumía en mayoría- esto no sucedió con los vinos blancos.

Así llegamos al nuestros días, en que el vino es la bebida nacional de Argentina (decreto del 24 de noviembre de 2010 ratificado por Ley Nacional en 2013) pero invariablemente, cuando se piensa en tal condición nos representamos en mente una copa de vino tinto.

Es común escuchar que el consumo per cápita de vino cayó de 90 a 23 litros por persona por año, lo que no está tan claro para todos es que esa caída fue protagonizada casi exclusivamente por el vino blanco.

Actualmente el mix es 24 % de blanco y 76% de color. O sea una botella de blanco por cada tres de tinto o rosado. Un mix que no es tan común en los países europeos de mayor consumo, como Francia y España o de América como EE.UU. y Canadá, en los cuales los blancos, con el Chardonnay como abanderado y el Sauvignon Blanc como escolta, pero también con otras cepas exitosas tales como el Moscatel o el Pinot Grigio, se mantienen en la preferencia masiva de muchos consumidores.

¿Puede haber un revival del blanco en Argentina?

A mi entender, están dadas todas las condiciones para que el vino blanco se direccione hacia un consumo ascendente en nuestro país.

Desde un punto de vista subjetivo –y digo subjetivo porque no poseo estadísticas que me ayuden a objetivarlo- tengo una sensación de que ya hay en el mercado consumidor más inquieto -de media y alta gama- un renovado interés por el blanco. Se ve en las ferias y degustaciones especializadas, donde comienzan a aparecer eventos dedicados al vino blanco, en particular gracias a ciertas bodegas y enólogos que están recorriendo un interesante camino con blancos de calidad como eje. 

Y cada vez más, escucho a gente que antes orgullosamente decía: “yo solo tomo tinto” -como marcando la cancha de su apego a la calidad- reconocer que se van animando con algunos de los buenos blancos que van apareciendo en el mercado.

Pero además hay varios hechos objetivos que apoyan un futuro revival de los blancos:
  • La progresiva inclinación del argentino por una dieta más balanceada, no tan fuertemente basada en las carnes rojas, favorable de ser acompañada por vinos más suaves o bebibles.
  • La incipiente puesta en valor del producto del mar argentino, que ya hace tiempo es un éxito en la gastronomía sofisticada y en la comida asiática y peruana que gana espacio en los restaurantes. Que el pescado y el marisco se acompaña mejor con vino blanco no es una regla escrita, pero la mayoría está de acuerdo. ¿Qué mejor para un cóctel de camarones que un blanco de cuerpo delicado a mediano como puede ser un buen Sauvignon Blanc, o un Chardonnay junto a langostinos empanados y fritos? ¿O degustar con un espumante Extra Brut unas exquisitas ostras y almejas al natural, o preparadas a la parmesana con un Viognier o Semillón?
  • El calentamiento global: en los grandes centros de consumo (Buenos Aires, Rosario, Córdoba) las temperaturas cálidas permanecen durante casi nueve meses al año, con inviernos más cortos y veranos más largos. Esto debería favorecer el consumo de vinos blancos si se lograra ganar la pulseada a otras bebidas refrescantes como la cerveza, gaseosas, aguas saborizadas y jugos.
  • La continuidad de la tendencia, ya ratificada, en la desestacionalización de los espumantes, que antes solo se tomaban en las fiestas y ahora se consumen todo el año. 
Pero también hay otros factores, si bien a más largo plazo, que podrían incidir:

El renacimiento de la vitivinicultura en la provincia de Buenos Aires (ver nota). Varios productores pequeños están empezando a producir vinos, confiando en la vitivinicultura como el camino para lograr una sustentabilidad que las economías familiares no logran con los cultivos tradicionales, que requieren gran escala.  Y también los grandes, como Trapiche, que instaló en Chapadmalal la Bodega Costa & Pampa apuestan a Buenos Aires. ¿Y que tiene esto que ver con los blancos? La mayoría coincide que las tierras de la provincia, en muchos casos con influencia marítima y con temperaturas más bajas que otras zonas productivas, se adecuan especialmente a la producción de cepas blancas. Costa & Pampa, luego de varios años de experimentación con diversas cepas blancas y tintas, ha decidido enfocarse especialmente en los blancos: Sauvignon Blanc, Chardonnay, Riesling, Gewustraminer, Pinot Grigio, Semillón dando lugar solo a la tinta mas “friolenta” el Pinot Noir. La cercanía de la producción a los grandes centros de consumo es otra ventaja.

La progresiva incorporación del consumidor joven. Uno de los motivos que influyeron en la caída global del consumo de vinos fue la pérdida del público joven -el cual rápidamente se adapta a nuevas ofertas de consumo- que huyó mayoritariamente hacia la cerveza. Gran parte de ese consumo -que no aprendió a tomar vino a fines de los 90 y principios de los 2000- se perdió. ¿Para siempre? Quizá no, hoy comienza a verse una pequeña luz en el camino de recuperación del consumo joven. Varias bodegas lograron en los últimos años acercar al vino una porción de ese target con propuestas de vinos dulces o frizzantes. Queda el desafío de acercarlos a los blancos, camino natural de entrada al vino.

Un posible agotamiento en el crecimiento del consumo de la cerveza estándar. La cerveza se ganó un lugar pero está obligada a mantenerlo. Y en ese mercado ya se ven algunos signos por los que pasó el vino hace veinte años. Pronunciada baja de calidad percibida en las marcas masivas y aumentos de precio que llevan a que hoy una botella de cerveza esté casi al mismo precio que un buen vino de mesa. A la par del ingreso de las cervezas “especiales” o artesanales, incluso ya tomado a cargo por los grandes jugadores del sector.

Hasta aquí las razones, pero ¿por qué se va a conseguir un revival de los blancos si no se hace nada distinto? Y ahí viene la cuestión. Hay tres puntos en particular a considerar por las bodegas que pretendan liderar este repunte y afianzar su futuro apostando al crecimiento de los blancos:
  • Mejorar la calidad. O mejor dicho, la relación precio - calidad de los vinos blancos. Lograr buena calidad en el rango inferior de precios es importantísimo, sino excluyente.
  • Lograr esa calidad con los menores niveles de alcohol posibles, para mejorar la tolerancia al consumo de vinos blancos, facilitando su uso como refrescantes y a los que se inician con el vino.
  • El marketing, apuntando al vino blanco como un consumo aspiracional para la generación joven, en el rango de 20 a 25 años, jóvenes que trabajan, estudian y tienen pretensiones de vivir la vida disfrutando el placer de un buen vino.
El camino está a la vista y hay algunas bodegas que ya lo emprendieron. En una próxima nota hablaremos de ellas y de algunas de las etiquetas de blancos que hoy marcan la diferencia.

8 comentarios:

  1. Buen análisis Ángel‚ ojalá acabemos con la discriminación de los blancos ;) Me queda la inquietud de porqué sería tan grande el consumo de vinos blancos hasta los años 90‚ qué hacía que el consumidor argentino los prefiriera sobre los otros estilos...?

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    1. Me parece que en el nivel de vinos de aquella epoca eran mucho mas "tomables" o amigables que los tintos. Por otra parte en muchos lugares del mundo el blanco se toma tanto o mas que el tinto.

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  2. Mucho por hacer Angel, y desde nuestro lado debemos ayudar con mas comunicacion aún sobre los blancos. Hay que fomentar el consumo de blancos y burbujas. Gran nota!

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  3. Maravillosa nota Angel. Felicitaciones! Y que vivan los blancos. Salú!

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  4. Excelente nota, ANGEL !! Me encantó !!
    Totalmente de acuerdo con tus razonamientos y propuestas.
    Yo "empujo" mucho los blancos y rosados (tanto en notas como en degustaciones).
    Igual, todavía queda mucho por hacer...
    Un abrazo desde Córdoba.
    ROBERTO

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