Bodega Viñas en Flor
Enoturismo salteño con aire francés
Saliendo de Cafayate por la ruta 40 hacia Angastaco y luego de dos quiebres a 90° de la ruta, se entra en la zona de Animaná. Poco antes de llegar a este pueblo se vislumbra, hacia la derecha, la silueta imponente de la bodega Viñas en Flor.
Hacia allí fui, a conocer este proyecto cuyas instalaciones edilicias se inauguraron hace pocos años, pero cuyas raíces se remontan casi 19 años atrás, cuando las parejas amigas conformadas por los matrimonios de Facundo Urtubey con María Quinteros y Carlos Nallim con Luisa Ruiz Moreno empezaban a dar forma a un sueño nacido de una expresión de deseos, hace más de 30 años.
"Todo esto lo pudimos hacer porque somos amigas, nos conocemos desde que somos muy chicas", cuenta Luisa, mientras disfrutamos una copa de 1700 rosado en la terraza del restaurante de la bodega, bajo una media sombra que atenúa los radiantes rayos del sol calchaquí, mientras de a ratos sorprenden los altos chorros de agua que nacen de la fuente que enmarca el edificio de la bodega.
La anécdota es que, en un viaje juntas con María, nos dijimos "cuando seamos grandes imagínate, nosotras tomando un vino y comiendo quesos en París y eso que ni siquiera tomábamos vino por ese entonces".
Pasó el tiempo y los matrimonios reforzaron su amistad. Facundo, que es ingeniero civil, fue por un intercambio a Francia y luego aceptó trabajar durante cinco años en Burdeos. Al regresar, en 2004, decidieron que querían hacer un emprendimiento en Cafayate, compraron 100 hectáreas incultas y empezó a tomar forma el proyecto de hacer una bodega.
Un proyecto que dio rienda suelta a la creatividad y los aportes que cada uno podía realizar, desde sus propias experiencias y estudios. María es diseñadora y paisajista, Carlos (quien posee una imprenta en Salta) maneja muy bien la tecnología y Luisa, que es abogada de profesión, dio rienda a suelta a su pasión por la gastronomía.
"Todo lo que ves lo hicimos nosotros, desde el diseño de las molduras del edificio hasta el de las etiquetas de los vinos, lo nuestro es pura pasión", cuenta María.
La bodega se llama Viñas en Flor por una razón muy específica: "cuando comenzamos estaba todo tan árido que sentimos que teníamos que hacer algo que nos incentivara a venir y tomamos la decisión de plantar miles de rosales, de distintos colores". Por su parte Luisa agrega con emoción: "la rosa, a su vez, es un universo femenino que, como la vid, produce frutos y se acompañan, comienzan a brotar juntas y cuando las rosas empiezan a dar los primeros pimpollos, en la vid se da la aparición de las embrionarias uvas. Las flores acompañarán su crecimiento, son como las mamás que se van acompañando, incluso a las rosas se las poda para que tomen fuerza para dar nuevas flores, de la misma manera que se realiza el raleo a la vid para dar mejores uvas. Cuando termina toda la cosecha, los rosales comienzan a decaer y ambas plantas requieren una poda definitiva para prepararse hacia un próximo ciclo".
"Los rosales son una de las improntas que le dimos al campo y la razón de ser del nombre de la bodega"
Poseen ocho cepas tintas: Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Petit Verdot, Bonarda, Pinot Noir, Malbec, Tannat y Syrah, todo plantado en espaldero, y tres cepas blancas: Viognier, Torrontés y Chardonnay. Se realiza cosecha manual y la bodega tiene una capacidad de un millón y medio de litros, en tanques de acero inoxidable y piletas de concreto sin revestir con epoxi, en las cuales se elaboran todos los tintos (salvo el Malbec Ruta 40 de entrada de gama) para lograr micro-oxigenación.
La producción total fluctúa entre 700 mil y un millón de litros. También hay huevos de concreto que se utilizan para un Naranjo de Torrontés, donde se cría durante diez meses y luego nueve más en roble francés.
Hicieron los primeros vinos en el año 2011, desde el inicio con el enólogo José Luis Mounier, y en 2014 el primer embotellado en el lugar.
Pero la experiencia abarca mucho más que los vinos: desde hace cuatro años están abiertos al turismo y, además del restaurante, próximamente van a inaugurar el hotel, uno de los primeros en encontrase completamente integrado a una bodega.
Antes de recorrerla fui invitado a probar el menú de cuatro pasos, que comenzó con una entrada de dos empanadas, una de carne y otra de queso, con salsita picante, que combinaron muy bien con el fresco y frutado Mujeres Salteñas Blend de Blancas, que tiene 55% Viognier y 45% Torrontés.
El primer plato fue un risotto de quinoa, con remolacha y maíz tostado, acompañado por el vino Mujeres Salteñas Pinot Noir 2022 muy frutado, simple y liviano, y luego llegó un lomo con papas y vegetales, servido con Mujeres Salteñas Bonarda 2022 de estilo clásico, con madera, que me gustó mucho.
Luego del almuerzo, con la guía de Malena (que está estudiando la tecnicatura en enología en Cafayate) realizamos el recorrido de la bodega, cuya mayor particularidad es que está instalada en un gran edificio de estilo industrial francés moderno, en imponente contraste con las montañas y la aridez de la zona, lo que hace más notable el aporte paisajístico de los 1.200 rosales al inicio de los espalderos.
Está dividido en dos bloques: uno dedicado a la bodega y el otro al hotel, que está siendo equipado para una futura inauguración y desde cuyos pasillos se verán, a través de amplios ventanales, los procesos internos de la elaboración de vino en la bodega.
El sótano, que es utilizado como sala de barricas e incluye una sala de degustación, contiene más de 1.200 barricas de roble francés y americano.
Para finalizar la experiencia llegamos al sector de las salas de degustación, que tiene varias muy bien ambientadas y con una capacidad tal que les permite obviar el odioso requisito de la exigencia de una reserva previa al que obligan muchas bodegas.
En una de ellas nos instalamos cómodamente a degustar los vinos de la línea 1700, sin madera, que cuenta con un rosé de Malbec, un Torrontés 2022, un Malbec 2020, Cabernet Sauvignon 2020 y Tannat 2020.
El visitante, antes de partir, realiza un paso por el muy bien ambientado Store, para llevar alguno de los vinos de la bodega y su variado merchandising.
Viñas en Flor es un proyecto que no solo se suma a la variada oferta enoturística de la zona de Cafayate, sino que la realza, por la calidad de sus instalaciones y servicios.
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