El Bayeh
Ánforas, altura y una mirada nueva sobre la Quebrada
En la Quebrada de Humahuaca, El Bayeh viene afinando una voz propia: vinos de altura que nacen de decisiones muy pensadas en viñedo y en bodega, con una batería de recipientes poco común en la zona y una filosofía de “probar los límites”, como repite Daniel Manzur, de la familia propietaria.
La bodega está dentro de la Finca
Ollantay, en Maimará, y desde 2020 —año en que nace la marca— el proyecto crece
con foco y criterio.
El Bayeh: un nombre con historia
La elección
de "El Bayeh" para la bodega no fue solo una cuestión de identidad,
sino también un homenaje profundamente significativo a los orígenes familiares
y al sueño fundacional que siempre acompañó a la familia Manzur.
- El origen del apellido: Todo comenzó con Boutros El Bayeh, inmigrante libanés que llegó a Argentina en 1925. Fue anotado intempestivamente por las autoridades como “Pedro Manzur”—una deformación de su nombre—quedando el apellido original relegado.
- El significado detrás de “El Bayeh”: En árabe, El Bayeh viene a significar “comerciante de frutos frescos” o “el mercante”, lo que conecta profundamente con la vocación agrícola y comercial de la familia, vigente desde aquella época.
- Cumplir el sueño del abuelo: El deseo de su abuelo Pedro (hijo de Boutros), de plantar viñedos en la Quebrada, fue un anhelo que las generaciones siguientes no olvidaron. En el 2018/2020, sus descendientes —la tercera y cuarta generación— decidieron “resucitar” ese apellido perdido y bautizar a la bodega con él, cumpliendo así ese sueño familiar y devolviéndole identidad.
- Símbolo y memoria familiar: Lo más bonito es que el nombre no es solo una etiqueta: es un tributo vivo a los orígenes, con raíces en la historia de un inmigrante, en el corazón comercial de la Quebrada y en el sueño incumplido de la familia que hoy se hace realidad con cada copa.
Las fincas: Maimará y Huacalera, dos pulsos de altura
Finca Los Faldeos / Trópico Sur (Huacalera, ~2.650–2.700 msnm): ubicada pegada al río Grande y al enorme criadero de cabras de la propia familia Manzur, las plantaciones de Malbec, Cabernet Franc, Sauvignon Blanc y Pinot Noir se escalonan sobre las empinadas laderas del cerro. El nombre alude al cruce literal con el Trópico de Capricornio.
Tiene una anécdota fundacional: la primera vez que Matías Michelini vio el cerro desde la ruta dijo “esa ladera la vamos a plantar”, y así fue que en 2020, se pobló de Malbec y Cabernet Franc. En Los Faldeos hay zonas conducidas en gobelet, y el Sauvignon Blanc se cosecha por cuarteles: la parte alta aporta acidez y nervio; la baja, un costado tropical.
La visitamos y disfrutamos de las vistas que ofrece el terreno en terrazas, con sectores que llaman “el anfiteatro”. Las dos hectáreas más cercanas al río se secaron y no se replantaron porque no soportan el efecto de las heladas.
La bodega
Mirada desde no llama la atención, es un gran galpón sin mucho atractivo, pero la dedicación fue puesta adentro: moderna, sorprende con un excelente nivel de equipamiento: ánforas, toneles, huevos, fudres y todo lo necesario para experimentar sin miedo al error.
Allí conviven nueve ánforas medianas y tres grandes traídas de León (España).
La fermentación se hace en tanques de acero y piletas de hormigón armado y, según cada vino, se
decide la crianza entre ánforas, toneles, barricas o barricones. Un destacado plantel de siete fudres Boutes de 30 hl permite domar textura sin
tapar el carácter de altura. La consigna es clara: explorar.
En ánforas
hoy reposan Chardonnay, Pinot Noir, Criolla Blanca y Criolla Chica;
además vienen en camino Merlot, Tannat y Cabernet Sauvignon de Trópico
Sur, ampliando el mapa varietal de la casa.
El equipo
En la degustación estuvieron Daniel Manzur (conductor del proyecto) y Tomás Sampere (del equipo de Matías Michelini), enólogo residente en la zona. El proyecto cuenta con Michelini como consultor desde el inicio formal de la bodega en 2020.
Lo catado (highlights)
En la visita a la Bodega en Finca Ollantay probamos varios vinos directamente extraídos de sus recipientes y también algunos ya en botella, luego en la Finca Los Faldeos los elaborados con uvas de allí (etiquetados como Trópico Sur) y en el restaurante Casa Mocha los disfrutamos con la cena:
- Pequeños Parceleros Criolla de Maimará 2022 —respuesta a esas uvas de parras viejísimas compradas a pequeños productores. Como dijo Michelini al nacer la idea: “acá no lo van a entender… pero en unos años lo van a querer”, hoy ya se va convirtiendo en un clásico de la zona.
- Doña Carmen Criolla Chica dos años de crianza en barrica, parcela de Purmamarca.
- Finca Ollantay Syrah 2023 edición limitada, sello Maimará.
- Blend 2023 corte de Malbec, Syrah y Cabernet Franc.
- Malbecs y Syrah en fudres (2024/2025) ensayos por uso del roble y lectura de añada.
- Tannat Trópico Sur potencia norteña, con pulso de altura.
- Ollantay Malbec 2023 probado durante la cena en Casa Mocha.
- Trópico Sur Sauvignon Blanc 2024 fermentación y crianza en ánforas; nervio, hierbas, cítricos.
- Trópico Sur Cabernet Franc 2023 aromas vegetales nítidos, boca sedosa, dos años en barrica de 225 litros de primer uso.
- Trópico Sur Malbec 2022 Huacalera puro, con esa fruta tensa que ofrece la altura.
Enoturismo: Casa Mocha y un hotel en el horizonte
Casa Mocha, el restaurante de la bodega en Huacalera, hoy es la mesa donde se entiende la cocina de El Bayeh copa a copa y plato a plato; figura incluso en guías y listados de la zona. Fusiona la cocina andina, típica de la región, con la árabe, que es la de los ancestros de la familia Manzur.
En la finca de Maimará vimos (pero no visitamos) el hotel que está próximo a inaugurarse y que se sumará al que ya tienen en Purmamarca, El Manantial del silencio, un clásico elegido por celebridades como la Reina Máxima de Holanda para completar su ambiciosa propuesta enoturística.
El Bayeh combina territorio (Maimará/Huacalera), diversidad de recipientes (hormigón, ánforas, fudres, barricas) y una mirada contemporánea sobre criollas y tintos de altura. Y porque, con Casa Mocha y la promesa del nuevo (e impresionante) hotel en puerta, se perfila como una de las paradas fuertes del enoturismo en la Quebrada.
Notas de El Ángel del Vino sobre los vinos de Jujuy:

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