Sangiovese: La sangre de Júpiter
Cata a ciegas de Sangiovese argentinos
La cepa Sangiovese representa gran parte de la viticultura italiana, un país del viejo mundo en el que, como tal, el que el protagonismo se lo llevan las denominaciones de origen por encima de las uvas que se utilizan. Aun así, la Sangiovese es la reina entre los miles de cepas que existen en el país que más variedades de vid tiene registradas en el mundo.
Allí ocupa un 11% de la superficie plantada y, siendo la Argentina es un país que fue poblado en gran medida por la inmigración llegada desde la península italiana, sería insólito que, de entre todas las tradiciones, costumbres y símbolos de su ciudadanía, no hubieran traído a la reina de sus uvas.
Efectivamente lo hicieron y la uva Sangiovese llegó fuerte a la Argentina probablemente a principios del siglo XX y con mayor intensidad con las sucesivas oleadas migratorias desde ese país. Según datos estadísticos del Instituto Nacional de Vitivinicultura a los que pude acceder (arrancan recién en el año 1996) aparece que por entonces las plantaciones alcanzaban las 2.892 ha, encontrándose más de un 95% de las mismas en la provincia de Mendoza.
Pese a la importante caída en la superficie que ha mostrado esta uva en los últimos 30 años (principalmente a costa del Malbec) aún se conservan 1.316 ha plantadas (datos 2022) con viñedos que en su gran mayoría tienen de más de 40 años, siendo Argentina a la par de EE.UU. el país después de Italia con mayor superficie de la cepa. Si bien este número es apenas el 1% de la superficie cultivada en todo el país, la Sangiovese alcanza el onceavo lugar entre las uvas tintas. También se la encuentra en menor medida en Rumanía, Australia y Chile.
¿Y qué perfil tiene esta uva para ser tenida en cuenta en la tierra donde reina el Malbec?
El perfil del vino Sangiovese abunda en notas frutales, entre las que se destacan la cereza ácida, ciruela roja, frutilla e higo. Otras notas posibles (dependiendo del lugar, elaboración y crianza) son: té negro, pimiento asado, tomate, cuero, arcilla, ladrillo, tabaco, humo, orégano, tomillo, rosas secas. Suelen ser vinos con altos contenidos de taninos y acidez.
Pero entre todo ese abanico de descriptores, ¿Cuáles son los que más se hacen notar en nuestros soleados viñedos, sobre los diversos suelos y alturas mendocinas? Un poco esa era una de las incógnitas que tenía cuando le pedí a Musu que me incluyera en la cata ciegas que estaba preparando con muchos -la mayoría- de los no tan numerosos ejemplares de esta cepa en la Argentina.
La preparación de la cata
Siempre digo que para un enófilo vivir en la Argentina puede ser una bendición y al mismo tiempo un karma. Lo positivo es la imbatible relación precio - calidad de nuestros vinos a nivel mundial y también la importante variedad internacional de cepas y estilos que existen, más allá del omnipresente Malbec. Lo negativo, la inexistente oferta de vinos de otros lares, algo que nos limita mucho cuando queremos analizar -como en este caso- una cepa de origen extranjero, comparación que se vería favorecida si tuviéramos a mano Sangiovese de distintas regiones de Italia o de otros países donde también se lo produce como Estados Unidos, Francia, Chile o Australia.
A tal punto influyó este tema, que el organizador de la cata debió recurrir a un amigo que viajaba a Chile para conseguir un Chianti italiano. Fue por ello que, en la primera jornada de cata (que fue dividida en dos, porque la cantidad de etiquetas recolectadas superó las 40) todos, salvo uno de los vinos, fueron ejemplares locales, en su totalidad de la provincia de Mendoza.
Por suerte la geografía de Mendoza no es uniforme, las diferencias de suelos y principalmente de alturas entre sus diversas zonas nos permitieron obtener algunas conclusiones adicionales. Mucho del Sangiovese argentino se encuentra plantado en el Este mendocino, aunque la cantidad de varietales ofrecidos de este origen continúa siendo escasa, como sucede con la gran mayoría de las cepas en Argentina, ya que la producción del Este suele ir a vinos sin mención varietal. El Este es una zona que tiene todavía mucho para mostrar y en este sentido volvemos a reconocer la capacidad de Fernando Musumeci de anticiparse a lo que se viene, ya que está organizando una cata de vinos del Este mendocino.
Otra gran parte del Sangiovese en Argentina se encuentra en lo que llamamos la primera zona de Mendoza, de donde provenían varios de los ejemplares que catamos y finalmente algunos de la zona del Valle de Uco.
Los resultados de la cata
La plasticidad y adaptación de la cepa a los diversos terroirs quedó demostrada durante la cata a ciegas al menos por su capacidad de dar cuenta cuando provenía de zonas más bajas y calientes frente a zonas de mayor altura y frescura, como el Valle de Uco.
En la fase olfativa se notaban bien diferentes los Sangiovese de las zonas más cálidas, que ofrecían aromas y sabores potentes, a fruta concentrada y madura, mientras que los de las zonas más altas como Valle de Uco destacaban más las notas florales y mentoladas.
Pero es en la fase gustativa donde se sobresale una de las interesantes cualidades de la cepa, que es su buen tenor de acidez. Esa acidez lógicamente se sentía presente en los ejemplares de la altura del Valle de Uco, pero lo notable es que se sostiene muy bien también en los vinos de las zonas más bajas, cálidas y productivas.
Otra de las cualidades que descubrí al catar a ciegas las 21 etiquetas de Sangiovese, fue que una de las notas que me permitían fácilmente identificarlo fue la de té negro, no tan común de encontrar en otras cepas.
El único vino italiano que probamos, un Chianti clásico, presentó una notable diferencia en los taninos con respecto a la mayor parte de los argentinos, siendo estos más secantes que en los nuestros. Seguramente la intensidad del sol mendocino juega un rol preponderante en "ablandarlos".
Como no quisimos quedarnos solo con nuestra perspectiva, consultamos a Gonzalo Mazzotta, enólogo argentino que trabaja alternativamente con Sangiovese tanto en la Argentina como en la Toscana, quien reconoce las diferencias que brinda la cepa en la altura de Uco respecto a las zonas más bajas, siempre manteniendo la elegancia, así como la variabilidad que ofrece según los lugares donde se encuentre plantada.
Gonzalo nos contó que, luego de mucho buscar, fue en la zona de Medrano donde encontró un espaldero de 70 años plantado sobre suelo profundo con esquisto, que siente le da vinos más parecidos a los Brunello de Montalcino, la zona de Italia de donde más le gustan los Sangiovese, sitio en que resalta la flor y los aromas piracínicos.
Las características con que se da el Sangiovese en Mendoza hacen de él un buen compañero para los blends, tanto de Malbec como de otras cepas como Cabernet, Merlot y Syrah, a los cuales aporta su acidez, taninos y notas particulares, sin afectar la fruta típica de nuestros viñedos. Buen ejemplo de ello son los que elabora Federico Isgró en su proyecto BIRA (estuvo en la cata el Rosso D'Uco) y uno de los que envió Gonzalo Mazzotta elaborado con uvas de Medrano.
¿Cuáles fueron los que más me gustaron?
Si bien algunos de los blends estuvieron a la altura de los mejores, preferí elegir entre los varietales 100%, y primero voy a nombrar uno que no hubiera esperado, por no ser tinto:
- Livvera Rose Sangiovese 2022: Bodega Escala Humana de German Masera. Este rosado me sorprendió gratamente, por su distinguida intensidad aromática. Pasa cuatro meses en huevos de concreto y las uvas son de un parral de San José, Tupungato (Valle de Uco).
- Callejón del Crimen de Finca La Luz 2019: de Vista Flores (Valle de Uco), con 12 meses de paso por barricas. En nariz presenta aroma frutal muy delicado con algo de floral, especialmente violetas. En boca muy fresco con taninos intensos, maduros y con un excelente final. Potencia y cuerpo combinados con buena acidez.
- Mazzotta Primo 2020: de Finca El Martillo en Medrano, Luján de Cuyo. Buena nariz, en la que destaca el aporte de la madera, muy rico.
- Refrán de Morelli 2021: de un parral de 40 años en Cordón del Plata, Tupungato (Valle de Uco), plantado sobre suelo profundo franco arenoso. Notas a café, cereza amarga, el de taninos más filosos. Bien Sangiovese. Pasa 10 meses en barricas de roble francés muy usadas (8 y 9 usos).
Destacamos la plasticidad y adaptación de la Sangiovese a los diversos terroirs argentinos. Si bien no son muchos los ejemplares elaborados como varietales, son una buena opción para salir de la rutina con vinos frutados de buena acidez y taninos.
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