Un tour por Bodega Jorge Rubio
Pujante bodega familiar en el Oasis Sur de Mendoza
Fruto de una relación estrecha comunicando a través de nuestro blog las novedades de la esta bodega que comenzó declarándose como de "Vinos de autor"; formé parte del primer viaje de prensa organizado a sus instalaciones y nueva finca en el Oasis Sur de Mendoza.
Pero mi primer contacto con sus vinos se había dado mucho antes, cuando no hacía mucho que el enólogo Jorge Rubio daba rienda suelta a su espíritu emprendedor y se había animado a comenzar con su propia bodega. Ese vino llegó a mis manos como un regalo empresarial de fin de año, que la empresa de mi hermano les había encargado, y que por entonces entregaban con una particular etiqueta rectangular impresa a medida con los logos de las empresas que decidían homenajear a sus clientes con estos vinos, y que colgaba del cuello de la botella con un delicado lazo de hilo.
Tanto le gustaron a mi hermano los vinos, que continuó comprando los de serie de Bodega Jorge Rubio Vinos de Autor y empecé a disfrutarlos seguido, así como a sus novedosas etiquetas de cuero, algo muy llamativo en ese momento, que sin duda permitió a la bodega subir un escalón en el reconocimiento en el mercado tan competitivo de vinos de la Argentina.
Años después, cuando comencé mi carrera en la comunicación, a través de Guadalupe Pazos recibí una invitación a degustar los vinos en un evento, donde conocí a Jorge Rubio personalmente. Quizá por una cuestión generacional, entramos en confianza rápidamente, con profundas charlas sobre vinos y otras circunstancias.
Esa relación me permitió no solo asistir a varios de los eventos que la bodega realiza en Buenos Aires para presentar sus productos, sino también ser testigo de una incesante evolución en su oferta de productos y comprender cómo una empresa mediana familiar, manejada con pasión y profesionalidad, puede ser mucho más ágil que otras de mayor tamaño para implementar y experimentar con novedosos productos en el mercado.
El mejor ejemplo de ello fue la línea A Contramano, que “de la mano” (valga la redundancia) de Germán Rubio (hijo de Jorge) y Matías Padin (Marketing) incursionó con cepas Criollas como la Criolla Chica, el Pedro Giménez y la Moscatel rosada, así como en estilos como el Pet Nat y los vinos naranjos.
Así fue como, a fines de setiembre de este año, recibí una invitación para acompañar un tour de tres días a la bodega en noviembre y, pese a lo apretado de mi agenda para esa época, no dudé en aceptar.
El primer encuentro con los Rubio se dio en la bodega, ubicada a pocos kilómetros del centro de la ciudad General Alvear, y no fue poca mi sorpresa al ver desde la ruta la modernidad de sus instalaciones, que se acrecentó al ingresar y comenzar a recorrerla.
Porque todo, absolutamente todo, estaba impecable y, además de las salas necesarias para elaborar y almacenar el vino, contaba con un cuidado jardín al frente y un salón de eventos realmente importante y equipado a full para distintos tipos de festejos y ocasiones, tanto que en ese momento se estaba preparando para albergar un casamiento con casi 300 invitados. La bodega recibe visitas de turistas y vale la pena visitarla si estas en la zona, porque es sin dudas una de las mejor puestas en la región.
Bajo los gazebos ubicados en el jardín, nos encontramos con Jorge Rubio, su esposa Piqui Benavides (que estuvo en todos los detalles) y sus hijos Silvina y Germán.
Disfrutamos de un almuerzo amenizado con varios de los vinos de la línea "A Contramano": Naranjo de Moscatel, Criolla Chica 2022, Tannat, Malbec y Pet Nat de Moscatel rosado, mientras Jorge nos contaba su historia con el vino: “Empecé con Finca Gabriel en abril 2003, antes fui enólogo para bodega Caravana, que hacía vinos en damajuana, la cual es comprada por Bodega Faraón de Victor Cremaschi, una bodega por entones muy innovadora que creó el sistema de fermentación continua, las piletas cónicas y fue de los primeras en vender vinos en tetra brik”.
A partir del año 2003 Jorge inicia su propio camino como bodeguero, en principio comprando el vino a Faraón y desde el año 2004 elaborando en una bodega que alquilaba, mientras que compraba la uva a productores de la región (esta última, una práctica que aún mantiene).
La bodega propia llega a partir del año 2009, con la primera nave en la que tuvo la ocurrencia de comenzar a replicar el uso de las piletas de fibra de vidrio y PVC pintadas con epoxi que se usaban en esa época para poner las aceitunas en salmuera, para comenzar a elaborar sus vinos tintos, ya que la diferencia de costos respecto a los tanques de acero inoxidable le permitiría triplicar la capacidad instalada.
De este tipo de recipientes, destaca la mayor estabilidad térmica que, en una zona muy caliente como el Oasis Sur, resulta una virtud. Más adelante llegan los tanques de acero inoxidable de 200 y 300 HL con chaquetas enfriadoras que se utilizan mayormente para rosados y blancos y otros tanques para tintos.
En 2016 se termina la construcción del edificio actual, el cual si bien para ese momento les parecía algo grande, actualmente ya está a tope, con una capacidad instalada que supera los 2,4 millones de litros y una producción anual que ronda los 1,5 millones de litros y sigue en franco ascenso.
“Es importante hacer buenos vinos, pero más importante es saber terminarlos”. Jorge Rubio
Recorrimos todos los rincones de la bodega, sin dejar de pasar por el sector donde se cortan, imprimen y pegan las ya tradicionales etiquetas de cuero, el sector de embotellado, los galpones de estiba y depósito de vinos terminados, la amplia cámara frigorífica (necesaria en una zona tan calurosa para guardar en especial los vinos blancos y rosados) y el sótano, donde se encuentran las salas de barricas y de ánforas, que incluyen nuevos huevos de cemento a estrenar.
La visita a la bodega finalizó visitando el sector de elaboración de los espumantes (separado del resto siguiendo una antigua disposición del INV para evitar la presencia de azúcar en las bodegas de vinos) y la destilería, donde Rubio elabora un Cognac muy artesanal que vale la pena tener en cuenta y buscar para tener en casa, y un whisky 5 años, por ahora para consumo personal.
Esa noche cenamos en el restaurante "Paso a Nivel" del chef Charly Fernández, ubicado en pleno campo, en una finca cercana y modelado en derredor de un antiguo vagón de ferrocarril que perteneció a la armada.
Allí festejamos el tour de prensa, que es el primero que organizan, lo cual es otro hito en el crecimiento de Bodega Jorge Rubio, descorchando una enorme botella doble magnum de Finca Gabriel Gran Extra Brut y maridando los ricos platos con Malbec Premiado, Privado Chardonnay Roble 2024 y A Contramano Pedro Giménez.
El día siguiente fue dedicado especialmente a recorrer la nueva Finca El Convento que han plantado con 48 hectáreas de viñedos para empezar a contar con uvas propias, pero eso te lo contamos en otra nota.
Bodega Jorge Rubio ha mostrado el camino de cómo crecer, desde una zona tradicional de la viticultura argentina como lo es el Oasis Sur de Mendoza, aplicando permanentemente la innovación en todas sus áreas, pero fundamentalmente, y como dice Jorge: "haciendo vinos para que la gente los tome".
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