Multiespacio Cultural Bodega Faraón

Multiespacio Cultural Bodega Faraón

En el marco del tour a Bodega Jorge Rubio, fuimos invitados a visitar este monumento histórico nacional, en el cual el enólogo anfitrión desarrolló gran parte de su carrera antes de fundar su propia bodega.

Se puede decir que la bodega Faraón fue en su momento una de las más importantes en la zona sur de Mendoza. Su origen se remonta al año 1905 cuando el matrimonio compuesto por Anselmo y Antonieta Cremaschi, se asientan en el lugar, construyen una casa construida con el sistema de “ladrillo trabado” asentado en barro con pisos de mosaicos y madera de pinotea e inician la bodega. 

En 1925 tuvieron un hijo, al que llaman Victor Manuel, quien luego de finalizar sus estudios secundarios se muda a Buenos Aires para desarrollar sus estudios de ingeniero civil de la UBA. 

Hasta allí todo lucía perfecto, pero una historia trágica cambia el curso de la familia y es la que finalmente involucra repentinamente a Victor Cremaschi en la conducción de la bodega, luego de que su padre, indignado por una infidelidad de su esposa, la asesina a disparos en la propia casa y luego se traslada a Europa, quedando Victor a cargo del establecimiento.

Cremaschi no solo tuvo la loca idea de llamar "Faraón" a su bodega y autoproclamarse el faraón del vino (surgida cuando en las fiestas de la primavera, que por ese entonces eran consideras algo “faraónicas” y era el encargado de llevar los vinos) sino también de ambientarla con efigies y una impresionante estatua de un faraón.

 

El friso de 3 metros de altura en piedra tiene plasmada la historia de cómo los egipcios ofrendaban el vino a los faraones. Fue en 1952 cuando Víctor Cremaschi la bautiza como Faraón, porque quería que una figura destacada representara la bodega. Él era amigo de dos estudiantes de arte: Mariano Pagés (escultor) y Carlos Alonso (pintor). A Pagés le pagó un viaje a Egipto para que tomara las medidas y formas de Ramsés II y lo construya (tal cual está hoy). El rostro del faraón que se convirtió en uno de los símbolos de su bodega no lleva la típica mascarilla sino la cara de Don Víctor, a los 52 años.

Pero estos aspectos de marketing no deben empañar lo que fueron sus mayores aportes a la viticultura: las torres de fermentación continua que implementó en 1948 y patentó a nivel mundial y sus diseños de piletas cónicas de fermentación que permitían evitar para tener que limpiarlas ingresar una persona a hacerlo, practica que lamentablemente generó en esa época muchos accidentes mortales entre los trabajadores de bodegas, por aspiración de anhídrido carbónico residual de la fermentación.

Afuera, y al fondo, impactan estas cubas de vinificación continua: ambas son cilíndricas, de fondo cónico de hormigón armado. La más pequeña está soportada sobre doce columnas con una capacidad de 380.000 litros y la grande llegó a albergar 1.200.000 litros.

Fueron un hito en esa época de elaboración masiva de vinos, mostrando cómo sus estudios de ingeniería civil fueron bien aplicados a la producción vinícola. Cremaschi fue también uno de los primeros en impulsar el riego por goteo en el año 1983.

También se destacan 28 vasijas de descube automático creadas entre 1941 y 1943, son cúbicas de hormigón armado, con fondo tronco cónico soportado sobre 4 columnas.

Finalmente se imponen las enormes piletas cilíndricas de hormigón armado construidas en 1930 para el sistema tradicional de vinificación, son 12 con capacidades que van desde los 2560 a los 3700HL.

La cava es un espacio subterráneo en el cual se almacenaban los vinos en botellas y bordelesas.

La bodega, que fue huésped de una gran sala de toneles de roble francés en la que llegó a albergar 21 de ellos, más un sector de piletas para la guarda de vinos, actualmente funciona como sala de eventos y exposiciones.

De aquellos 21 grandes toneles de roble francés queda solo uno, mudo testigo de viejas épocas en las que el vino desbordaba en todo nuestro país.

La transformación en museo se dio luego de muchos años de abandono (dejó de funcionar en el año 2012), por lo que los trabajos para restaurarla en un 100 % devienen muy costosos, y se encuentra con algunos sectores bastante venida a menos, algo que desluce un poco la visita, pero aun así vale la pena.

Las viejas oficinas administrativas y el laboratorio fueron reconvertidos a salas donde se exponen objetos que fueron utilizados en la bodega incluyendo el libro de oro de la familia y el libro que escribiera el mismo Victor Cremaschi.

Allí se destaca un mural realizado por el célebre pintor Carlos Alonso cuando apenas tenía 22 años, que refleja el trabajo del agricultor en la viña y representa una cuba que estaba en construcción en ese momento.

Llama la atención, en el exterior, la transcripción en azulejos pintados del poema “el impaciente” tomado de un soneto de Manuel Sandoval del siglo XVII que inspiró a Cremaschi a materializar su labor a lo largo de los años.

Tras el fallecimiento de Victor, el 14 de septiembre de 1983, su hija Beatriz sigue con la producción y el manejo de la misma hasta 1989/1990. Luego de esto varias empresas fueron las que se hicieron cargo de la administración de la bodega. En 1994 «Valle de Nubia S.A.» compra la bodega, produciendo vino faraón hasta el 2012, año en que esta sociedad entra en quiebra y cierra sus puertas.

En 2016, la Municipalidad de General Alvear compra el inmueble, ya que el mismo sale a remate, y desde ese momento el lugar funciona como Multiespacio Cultural Bodega Faraón. En el año 2019, Bodega Faraón es declarada Monumento Histórico Nacional en la categoría de Bienes Industriales en el marco de la Ley N° 27515. Ese mismo año recibe la medalla de Oro y Plata en el concurso de The Best Of Wine en las categorías Arquitectura y Paisaje (Oro) y en Arte y Cultura (Plata).

Bodega Faraón representa en General Alvear la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, mantenida hasta la actualidad y transmitida a las generaciones presentes y futuras.