La bodega de los Clos cordobeses
Si le preguntas a la IA sobre la palabra "exótico" te contestará que es un adjetivo que significa "extraño, llamativo, chocante, extravagante, o procedente de un lugar lejano". En el caso de la bodega Achala, podríamos decir que cumple algunos de esos adjetivos, aunque no otros.
La bodega Achala pertenece a Walter Sinay y Marcela Giroldi y es probable que la llamaran "bodega exótica" porque, en una provincia como Córdoba que aún no está caramente identificada con vinos de alta gama, ellos buscan trabajar bajo las técnicas francesas del micro terroir creando vinos únicos, que expresan la particularidad de cada uno de sus clos: pequeños viñedos cerrados con características originales.
Junto con el grupo de Vinoteca Mr. Wines (La cueva de Musu) tuve la suerte de poder visitarla en su enclave del Valle de Traslasierra, a 1.100 mts. de altura, sobre la ladera occidental de la Pampa de Achala.
Si bien el acceso no es demasiado difícil, la finca se encuentra algo alejada del circuito turístico convencional y por el momento no recibe al turismo (otro punto que la diferencia de la mayoría de las de esa provincia, enfocadas de lleno al enoturismo).
Allí nos recibieron Gabriel Gorné, el enólogo residente, y Guillermo Cacciaguerra, ingeniero agrónomo y consultor (que ha trabajado en experiencias anteriores en Alpasión y Antonini).
Se trata de un entorno maravilloso (que yo había conocido en 2020, al visitar el vecino proyecto Las Conanas). La finca cuenta con unas 22 hectáreas, de las cuales ocho están plantadas con malbec, syrah, merlot, sauvignon blanc, merlot y petit verdot, sobre pendientes de hasta un 30%.
Lo primero que hicimos fue visitar un sector que permite visualizar fácilmente la composición de los suelos, donde se observa algo bastante particular: el granito que se ve en la capa superior se está desintegrando, notable porque las raíces logran atravesarlo. Más abajo, sin embargo, es impenetrable porque no se meteorizó.
Este es uno de los fenómenos que más aprecia el especialista chileno Pedro Parra (lo resalta con énfasis en su libro "Terroir Footprints; un viaje fascinante en el mundo del terroir"). Es el primer asesoramiento, de los que realizó en Argentina, que considera parecido a los suelos de la Europa mediterránea: suelo sobre roca madre degradada in situ y plantado en la ladera de la montaña.
Una muestra más de la seriedad de este proyecto es que el viñedo se plantó a mano, con barreta, planta por planta, en 2008 y la primera cosecha comercial fue recién en el 2018. La otra, es que se plantó en la cumbre de la montaña, algo nacido desde el plan de negocios, ya que se apunta a la excelencia: "para hacer un vino mediocre, no sirve venir acá arriba", expresan.
Posteriormente hablamos de la severidad del clima: desde 2008 se vieron afectados por tres heladas, una severa en 2017, que provocó mortandad de plantas y la última en noviembre del 2019. Otro de los desafíos de la zona son los animales: sufren la invasión de jabalíes, zorros y pecaríes, así como la fuerte acción de los pájaros sobre las uvas. Ello los obliga a cuidar las plantas cubriéndolas con telas antigranizo, más por los animales y los pájaros, que por el granizo en sí mismo.
La zona es muy bella y está rodeada de vegetación, con presencia de damascos y duraznos silvestres. En algunas de las calicatas se puede observar claramente el granito rosado, pulverizado:
La finca está dividida en pequeños sectores denominados "clos", a la usanza francesa. Así se tienen: el Clos de la Corzuela (la corzuela es un ciervito de la zona), el Clos de Cumbre (bloque granítico que se desprendió de las sierras hace millones de años), el Clos de la Roca Brava y el Clos del Molle Ingrato (debido a un antiquísimo árbol de esta especie que al plantar fue respetado, pero luego se quebró en un temporal y se mantuvo en pie).
De estos clos, e identificados con esos mismos nombres, surgen los varietales de Achala. Degustamos algunos de ellos en la pequeña bodega ubicada en la misma finca:
Clos de la Roca Brava Sauvignon Blanc 2021
A la par con otros ejemplares de esta cepa que probamos en Córdoba y nos sorprendieron, resultó excelente. Un 15% pasa por barrica de 500 litros y el resto se elabora en acero inoxidable. Tiene un perfil que va hacia el maduro, con notas cítricas, a pomelo y no tanto a ruda, pero muy equilibrado.
Achala Clos del Molle Ingrato Malbec 2021
Clos del Molle Ingrato Syrah 2018
Con 12 meses de barrica, se destaca. El Syrah en este lugar autorregula su alta producción y la madurez fenólica se da a la par de la azucarina.
Valle de Traslasierra Blend de Historias 2021
Con 12 meses de barrica es un corte de Malbec 80% y Syrah 20%. muy puro herbal, mentol y acidez.
Achala bodega exótica ha sido, quizá, la mayor sorpresa en mis viajes de visita a proyectos vitivinícolas en la provincia de Córdoba. No solo por la calidad de sus vinos, sino por el cuidadoso enfoque que tienen respetando el terroir y la esencia de cada clos.
Una bodega que no busca sustentarse con el enoturismo y la venta de los vinos a los turistas que llegan en cantidad a esta provincia, sino que es proyecto pensado desde el origen para hacer vinos de alta gama y darlos a conocer al mundo. A tal punto, que el crítico ingles Tim Atkin señaló como el mejor Syrah de la Argentina al Achala Clos de la Corzuela.
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