Lanzamiento de LEON de Luigi Bosca
Un Cabernet que ruge desafiando a los íconos mundiales
Fuimos invitados a la presentación de uno de esos vinos que, seguramente, va a dar que hablar por muchos años. Se trató de LEON, el nuevo ícono de Luigi Bosca.
Y decimos que va a dar que hablar, porque la intención de Alberto Arizu (hijo) es que este vino se sume "a la mesa de los grandes vinos del mundo". Así se expresó el bodeguero en la apertura del evento: Mi abuelo, Leoncio Arizu, a quien llamábamos Leon, fue un verdadero pionero que llegó a la Argentina para, como se decía en ese entonces, "hacerse la América". Una persona tenaz y capacitada, que trajo una enorme cantidad de vides desde Europa y plantó esta cepa en la Finca El Paraíso, de suelos arcillosos, que ofrecían la temperatura ideal para el Cabernet Sauvignon.
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Alberto Arizu y Pablo Cúneo |
"No es León un punto se partida, sino un punto se llegada, porque cada Cabernet Sauvignon que hicimos es un peldaño en el camino de construcción de este vino icónico, que es Leon y que nos da la oportunidad de sentarnos en la mesa de los grandes. Algo que con el Malbec es más fácil, pero con el Cabernet Sauvignon hay que competir con regiones como Medoc, Burdeos, Napa y Chile, una mesa distinta y creo que hemos llegado a ese nivel de los grandes vinos del mundo".
Para esta presentación la bodega eligió tres vinos que nos ayudaron a entender ese camino, probando la historia de Luigi Bosca en los últimos 50 años con el Cabernet Sauvignon.
Luigi Bosca Cabernet Sauvignon 1977
Alberto nos contó que su padre (también llamado Alberto) a fines de los 70, volvió muy estimulado de un viaje a Napa donde conoció a Robert Mondavi, uno de los precursores de las ideas que construyeron los varietalismos, y pone este Cabernet 1977 entre los primeros varietales de esta cepa presentados como tales en Argentina (nota de la redacción: recordamos también el Saint Felicién 1963).
En los 70 la elaboración tenía mucho de clásico, cuenta Pablo Cuneo, recordando que Alberto Arizu padre le dijo que los mejores Cabernet Sauvignon venían de la Finca el Paraíso, de viñedos viejos, elaborados en cubas de roble de 5 a 10 mil litros, para luego ser añejados en toneles de roble de 3 a 5 años más, para ganar carácter, complejidad, identidad y bouquet. Por eso este vino estuvo siete años añejando en toneles y fue fraccionado recién en el año 1984 (en una época en que los vinos finos se guardaban varios años en toneles antes de salir al mercado).
"En ese momento Maipú era zona de Cabernet Sauvignon, y es un vino muy típico de esa época. Ojalá hoy estemos haciendo vinos que puedan vivir lo suficiente como este". Pablo Cúneo.
La etiqueta dice Leoncio Arizu y no Luigi Bosca porque era dedicado a la exportación, incluso hay botellas con la contra etiqueta en inglés. Se presentó sedoso, intacto, manteniendo acidez y un bouquet increíble.
Lo que hemos variado en el tiempo es el punto de madurez, que durante muchos años fue fruta muy madura y hoy luego de los aprendizajes a lo largo del tiempo, se ha evolucionado hacia cosechas más tempranas, cerca del Malbec, explicó el enólogo.
Luigi Bosca Los Nobles Cabernet Sauvignon 1996
Este 96 es una expresión de lo que Alberto padre quiso mostrar de Los Nobles: field blends, viñedos antiguos con variedades mezcladas y usó una sinonimia como el Bouchet. Con toda la expresión de Vistalba, en Lujan de Cuyo: resaltando la pimienta blanca y negra, que le da mucha tipicidad. Se usaron barricas de 225 litros nuevas, y expresa el inicio de ese momento haciendo homenaje a un lugar y una finca como Los Nobles.
Luigi Bosca Los Nobles Cabernet Bouchet 2018
Y el tercer vino fue elegido por ser el primero que tocó elaborar al actual enólogo de la bodega.
Los Nobles 2018 fue la primera cosecha de Cuneo en Luigi Bosca, un año de clima maduro, energía, sol y temperatura. "Año que empezamos a trabajar los perfiles aromáticos de los vinos con el Diostem, un instrumento que sirve para medir el punto de cosecha, para aprovechar la condición de Mendoza que frente a Burdeos, California y Chile, la cuna de los grandes Cabernet Sauvignon. Esos lugares poseen climas oceánicos, y se debe trabajar para que madure, en cambio en Mendoza madura completamente y al cosechar la uva los taninos ya están dulces y maduros. En Vistalba se logra complejidad y equilibrio".
El camino de LEON
"Este camino nos permite presentar a Leon, un vino que nos da gran felicidad y merece estar en la mesa de los mejores del mundo". Alberto Arizu.
Para ayudar a lograrlo, en 2019 llamaron al experto enólogo australiano Robert Mann, conocido como "el señor Cabernet Sauvignon", quien aportó una mirada diferente para lograr un verdadero ejemplar de esta cepa en Mendoza, sin copiar ningún otro lugar, con clones propios logrando un estilo que los represente en el mundo.
"Mann es una persona puntillosa y enfocada, que nos trajo otro marco de referencia. Las primeras reuniones fueron virtuales, en la pandemia, catando vinos a la distancia. En 2021 vino a Mendoza y probamos Cabernets de más de doce terruños mendocinos y también de Cafayate. Coincidimos mucho en seleccionar Luján de Cuyo y Gualtallary y empezamos a trabajar los viñedos, los cuales en general están todos podados en cordón de pitones, porque hace fácil la brotación de todas las yemas. Pero Mann nos hizo notar que en el mundo están podados a Guyot, con yemas centrales que dan uvas más grandes, algo bueno para el Cabernet Sauvignon buscando más pulpa que piel".
Este vino tiene un 70% de Gualtallary Albo, plantado a fines de los 90 a 1.200 msnm en suelos arenosos sobre piedras y río, que aporta fruta roja, casis, pimiento fresco y acidez; y un 30% de Vistalba, que aporta suavidad.
"Probar 12 terruños nos permitió entender la plasticidad de Mendoza como origen, no quisimos perdernos de nada, combinando lugares tenemos una expresión más completa por eso en la etiqueta ponemos "origen Mendoza".
"Las claves fueron: la relación semilla / piel del Cabernet Sauvignon, el suelo que aporta Gualtallary y la energía y el clima Vistalba. Aprovechamos todo lo que podemos, para conseguir lo que buscamos: que sea inusualmente suave y redondo en taninos, para un vino de esta edad, de carácter amable y facilidad para beberlo, otorgando placer y disfrute. Una ventaja que nos da el sol mendocino, sin tener que esperar 8 a 10 años para que el vino se abra".
Para Arizu, uno de los riesgos de esta degustación era mostrar "el bebé" al final, obligando a proyectar hacia adelante, pero pasó la prueba con notas sobresalientes.
LEON refleja la sabiduría de una bodega de más de 120 años, un vino que es un orgullo, sintetizado en el nombre de Leoncio Arizu.
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