VIVÍ Wines
Vinos con alma familiar
En un rincón lluvioso de Jujuy, donde la vitivinicultura tiene raíces antiguas, nació en 2014 un sueño que lleva el nombre de VIVÍ Wines.
Viviana García y Héctor Guillermo Agostini siempre fueron muy apasionados por el vino, pero se dedicaban a otra cosa, son dueños de la tradicional empresa El Mundo del Plomero, del rubro de materiales para la construcción con raíces desde los 90 en la provincia de Jujuy.
En 2014, y luego de volver a comprar una finca en el Ceibal, que había pertenecido a un abuelo, Viviana insistió en cumplir sus sueños de hacer sus propios vinos, plantar allí viñedos y dar nacimiento a un proyecto cuyo nombre no solo hace referencia al nombre de Viviana, sino tambien a la alegría de vivir, en este caso con un vino propio.
Dos hectáreas, a pesar de las dificultades del suelo y el clima. No se equivocó: hoy, una década después, los primeros frutos empiezan a dar vinos listos para llegar al mercado. Allí, entre el verde intenso y el clima caprichoso, se plantaron Malbec, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Merlot, Sauvignon Blanc y Torrontes.
El terroir es exigente: un suelo 100% arcilloso que no perdona. Cuando se moja, se cierra; cuando se seca, también. Con poco drenaje, incluso se tomó la decisión de cambiar el suelo en algunas hileras, con resultados sorprendentes. La cosecha es temprana, alrededor del 10 de enero.

Los vinos de Viví Wines por ahora son dos: un corte blanco de Sauvignon Blanc 90% - Torrontés 10%, llamado Flor del Ceibal en honor a un poema del mismo nombre y un blend de tintas conocido como Cosa e' mandinga que tomó su nombre de tanto escuchar al abuelo repetir esa frase y porque sienten que este vino tiene algo "muy pícaro". Su composición es Malbec 30% - Merlot 30% - Cabernet Sauvignon 30% y Cabernet Franc 10% y es criado 10 meses en barricas de tercer uso.
Se elaboran en la Bodega Amanecer Andino, bajo la mano del enólogo Lucas Niven. Hasta ahora, no habían salido al mercado, pero la cosecha 2024 marcará el comienzo de su etapa comercial.
A un costado de la finca crece tabaco, con su estufa siempre encendida, lo que da un marco particular a la vida diaria del viñedo y a los tintos de esta zona una característica nota ahumada que los distingue.
Cabe destacar que trabajan en el proyecto tambien los tres hijos del matrimonio: Micaela, Jimena y Guillermo, lo que le da una marcada impronta familiar.
Paciencia, intuición y obstinación se conjugan en este proyecto que demuestra que, en Jujuy, el vino también es cosa de mandinga.
Notas de El Ángel del Vino sobre los vinos de Jujuy:
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