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lunes, 22 de septiembre de 2025

Federico Benegas Lynch

Federico Benegas Lynch

Charla íntima con un histórico del vino

Una de las mayores satisfacciones que me ha dado el vino es vivir momentos mágicos con gente que es y ha sido protagonista de nuestra vitivinicultura.

Y en el viaje a Mendoza que habitualmente realizo con el colega Nicolás Orsini tuvimos la inusual oportunidad de recibir, por segunda vez, una invitación a cenar en la casa de Federico Benegas Lynch.

Nuestra visita, reseñada en esta nota anterior, terminó en la casa de Federico Benegas Lynch, dentro del mismo predio. Allí, junto a su hijo Tiburcio Benegas Lynch -recientemente incorporado al management-, compartimos vinos y un banquete de historias. Fue un recorrido íntimo por la vitivinicultura argentina, contado por alguien que la ha vivido desde adentro.

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Federico, cuarta generación de vitivinicultores, se crió acompañando a su padre en la elaboración de vinos en El Trapiche. Tras la disolución de la empresa, se va a vivir a Buenos Aires. Pero su pasión por Mendoza y por el vino hizo que regresara en busca de recuperar el legado familiar. Comenzamos retratando un poco la historia que cuenta la propia bodega sobre la relación de la familia Benegas con el vino argentino:

"Don Tiburcio Benegas, bisabuelo de Federico Benegas Lynch, llega a fines del 1800 a Mendoza, desde Rosario, donde la familia tenía una estancia. Mendoza en ese momento se sustentaba económicamente principalmente de los alfalfares de verano y del trigo que se producía en los oasis bajo riego. Con la llegada del tren y el desarrollo de los campos cercanos a Buenos Aires, ambos fuentes económicas entran en crisis. Don Tiburcio, casado con la hija de Eusebio Blanco, tienen la visión de una Mendoza sostenida en la industria vitivinícola. Blanco, quién trajera a Pouget a Mendoza, le inculca la semilla del amor por la vitivinicultura. Don Tiburcio viaja entonces a Chile a buscar estacas y a Francia para traer de los mejores Chateau de esa época, variedades desconocidas hasta entonces: Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Syrah, Petit Verdot y Chardonnay. Posteriormente los franceses vendrían a Mendoza a buscar estas mismas variedades no afectadas por la filoxera, peste que azotó y destruyó los viñedos europeos".

Don Tiburcio reparte estacas con la concepción de crear una industria vitívinicola, sabiendo que una sola bodega no podría desarrollarla. De 1883 a 1886 la cantidad de hectáreas de viñedos crece de 2.000 has a 6.000 has, y llegando en el año 1920 a 40.000 has. También desarrolla conceptos novedosos en pos de una vitivinicultura de calidad, como plantar en forma separada las variedades blancas de las tintas, y el uso de la elaboración por gravedad.

En 1883 funda la bodega “El Trapiche”, elaboradora de vinos que competían con los Europeos, de esta forma se convierte en una de las personalidades más importantes de la vitivinícultura de América del siglo XIX junto a Agoston Haraszthy en California y Silvestre Ochagavía Errazuriz en Chile".

Don Tiburcio, implementó la elaboración por gravedad en su bodega, desarrollando un sistema de transporte, mediante carros montados en rieles, que llevaba la uva desde la finca a la bodega, adonde mediante un terraplén subían las uvas a un primer piso para descargarlas luego en las cubas.

Frases de Federico Benegas Lynch

Cabe destacar que la familia Benegas fue propietaria de Bodega El Trapiche (fundada en 1883), pero en los años 70 la sociedad familiar se disolvió. En 1999, Federico recompró Finca La Libertad y en 2000 hizo su primera cosecha, con asesoría de Ángel Mendoza.

Federico esa noche estuvo de muy buen humor y nos contó muchas historias increíbles, que resuminos en pocas palabras a continuación:

Soy cuarta generación en el negocio del vino. Nací y crecí entre viñedos en Mendoza. Mi bisabuelo Tiburcio Benegas fundó la industria vitivinícola nacional como tal. En el siglo XIX Mendoza tenía apenas unas pocas hectáreas de viñedos. Él trajo desde Chile y Francia cepajes finos, muchos de los cuales aún tengo en Finca La Libertad.” 

"Mi abuelo mandaba muestras de su espumante a Chandon, Moet Hennesy y a otros dos productores de Francia y ellos no le contestaban; salvo uno que le dijo: es muy buen espumante pero dista mucho de lo que nosotros hacemos. Motivado por ello mi padre leyó a Emile Peynoud y comenzó a elaborarlos a bajas temperaturas, de 10 a 12º en tanques para frío, incluyendo las levaduras, como en Champagne. Luego de eso sí vinieron los franceses de Chandon a ver, pero mi tío no aceptó asociarse. Por eso se instalaron solos, pero por entonces, a fines de los 50, no había aun Chardonnay en Argentina, salvo lo que tenía Benegas, que había traído desde Francia directamente plantas de Chardonnay, Pinot Noir, Cabernet Franc y Syrah del Ródano (de éste sí había llegado otro, el de Flichman, pero traído de Turquía)".  

"El primer Cabernet Franc lo lancé al mercado después de que Christian Le Sommer (Director de Chateau Latour por más de 10 años) llega a Mendoza traido por Estela Perinetti para asesorar a Catena Zapata en Cabernet y Merlot, a fines de los años 90. En esa época habia muy poco Franc y uno de los que probaron y se tomó como referencia fue el de Benegas".

"El fraccionamiento en origen del año 1984 levantó el precio del vino y fue una de las razones que motivó una baja fuerte del consumo"
"En Chateaux Margoux dicen que nunca un vino puede ser un gran vino, si tiene menos de 25 años".
"Las primera y segunda cosechas de un viñedo, muchas veces son buenísimas, como si fueran de 100 años".
“Somos la única familia que nunca vendió el nombre. Vendimos la marca Trapiche, pero no Benegas”.  
"Catena Zapata hizo un montón por el vino argentino".

El cierre de esa noche memorable, en la que degustamos muchos de los vinos antes nombrados, fue con un delicado y elegante Benegas Lynch Old Vines Blend 2018, blend al estilo bordelés compuesto por 50% Cabernet Franc - 30% Cabernet Sauvignon , 15% Merlot  y 5% Petit Verdot, con un paso por barrica de roble francés de 18 meses.

 

En Bodega Benegas, el pasado y el presente conviven. No es solo vino: es memoria embotellada, cuidada con la misma pasión con la que un bisabuelo cruzó montañas para traer las primeras vides.


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