Bodega Sur de los Andes
Un proyecto que viaja, vuelve y se define en Las Compuertas
Hay historias de vino que nacen en bodegas, y otras que empiezan lejos de los viñedos. Sur de los Andes pertenece a ese segundo grupo: un proyecto que toma forma en Estados Unidos, mejora en Buenos Aires y termina encontrando sentido en Las Compuertas, Mendoza, donde hoy se levanta su propia bodega.
Conocí a Guillermo Banfi, su fundador, en agosto, durante un encuentro en Wining. No fue una típica presentación comercial: Banfi habló de su proyecto casi en tono confesional. Era jefe de finanzas del grupo Exel cuando, a mediados de los 2000, lo sorprendió el boom del Malbec en EE.UU. Vivía allá, lo veía crecer y pensó: “¿Y si lo intento?” Lo curioso es que en ese entonces sabía poco de vino y casi no lo tomaba. Pero alguna herencia francesa, por parte materna, estaba empujando desde atrás.
Ese primer encuentro cerró con una invitación: “Pasá por la bodega cuando vengas a Mendoza”. Un mes más tarde, estábamos allá.
Las Compuertas: la nueva casa
La bodega está en un punto estratégico: Las Compuertas, una zona con historia profunda y vecindad con proyectos de culto. Nos recibió Tomás Milordo, enólogo de Sur de los Andes, con un recorrido completo y un dato de contexto: Banfi empezó elaborando en la cercana Bodega Lamadrid junto a Pablo Durigutti, quien sigue hoy como asesor. Desde 2022 toda la producción pasa por sus propias instalaciones, con capacidad para 500.000 litros y producción actual de 300.000.
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| Tomás Milordo, Ángel Ramos y Peter Weinert |
Si bien allí solo hay solo una hectárea plantada, manejada por el ingeniero agrónomo Gustavo Podestá, la columna vertebral del proyecto son las uvas que llegan de Los Chacayes (donde poseen 50 hectáreas a 1100–1250 msnm) y de productores históricos de Las Compuertas como La Malka y Grosso, sucesor de la antigua propiedad Oltropovsky. Un paisaje con memoria, que antes perteneció a un sacerdote, de apellido De la Reta, dueño de gran parte de la zona.
Arquitectura, recipientes, decisiones
El edificio, diseño del arquitecto Eduardo Enrriz, llama la atención aún antes de entrar: una especie de mastaba contemporánea, de paredes inclinadas y textura que se funde con el cerro aledaño.
Adentro, la estética continúa con materiales nobles y funcionales: piletas de concreto sin epoxi diseñadas por Gabriel Monteverdi, ideales para microoxigenación natural; huevos y vasijas troncocónicas de cemento; ánforas de terracota; tanques de acero inoxidable y hermosos foudres Stockinger y Taransaud. Herramientas distintas para vinos que buscan identidad en vez de repetición.
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Degustación técnica: dónde aparece la personalidad
Como ya comentamos, en la previa de Buenos Aires habíamos probado parte del portfolio, desde el Chardonnay 2024 hasta el Gran Reserva Malbec 2020, con un fuerte protagonismo en exportación: el 90% va a EE.UU., donde el consumidor aún demanda presencia de madera. Banfi lo explicaba con claridad: los estilos modernos seducen, pero el público final todavía elige vinos con estructura y crianza. Y eso se ve en las líneas: parejas, serias, típicas y con madera bien puesta.
Pero el interés más vivo apareció al degustar la línea experimental en bodega, especialmente en Pinot Noir y Malbec según origen y recipiente.
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Pinot Noir 2025 – Finca La Verdad (San Pablo): Floral, extensión aromática, fermentación con raspón. Un camino que entusiasma al propio Banfi: “Cuando lo hicimos, se vendió más rápido que el Malbec”.
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Malbec 2025 – La Verdad (San Pablo): vertical y fresco.
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Malbec 2024 – Las Compuertas (foudre Taransaud): elegancia y textura fina, fruta, detalle, concentración medida.
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Malbec – Los Chacayes (foudre Stockinger): Más músculo, herbalidad, filo y el carácter de un terroir a 1200 msnm.
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Sur de los Andes Chardonnay 2025 de ánfora (uvas de Finca Flichman): Nariz sorprendente, atípica, casi a Riesling, tensión y pureza. Una rareza bien lograda.
Ya en botella: consistencia como carta de presentación
Las tres líneas se organizan en Clásico, Reserva y Gran Reserva, con protagonismo de Malbec y Cabernets, pero con un crecimiento firme en Pinot Noir (Los Árboles, San Pablo) y blancos precisos en Chardonnay, además del rosado de Malbec + Syrah de Chacayes.
Hay equilibrio, estructura y tipicidad en todos los rangos. No hay exageraciones: vinos con intención comercial pero con identidad técnica, especialmente del Valle de Uco.
Destaco:
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Gran Reserva Malbec 2022 – Los Chacayes: 12 meses de barrica, profundidad sin peso.
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Reserva Cabernet Franc – Los Chacayes + La Consulta: Seriedad, especias, textura.
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Rosé de Malbec + Syrah con uvas de Los Chacayes: Boca amplia y acidez natural bien integrada.
Enoturismo: Las Compuertas en bicicleta
Peter Weinert recibe con entusiasmo a los visitantes y destaca que Las Compuertas es una zona muy accesible para los que gustan recorrer bodegas y viñedos en bici, algo que recomiendan especialmente.
La bodega ofrece tablas con quesos y fiambres, copas, terraza con vista a la montaña y proximidad a otros proyectos que permiten hacer un circuito breve pero intenso. Un valor agregado sin pretensiones: el lugar habla solo.
Conclusión: una identidad en construcción, ya con sello propio
Sur de los Andes no es una bodega nueva; es un proyecto que se reinventa. Fue exportador antes de ser local, aprendió afuera para afianzarse adentro y hoy construye estilo en dos territorios complementarios: Las Compuertas y el Valle de Uco. Entre madera clásica, foco técnico y micro vinificaciones experimentales, encuentra un punto de equilibrio que promete evolucionar.
Sur de los Andes es un buen ejemplo de que, a veces, el mejor vino no nace de la tradición sino de la curiosidad.
Notas del "El Ángel del Vino" sobre destino Las Compuertas, Mendoza:

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